En las crisis de salud pública, la equidad debe ser el eje de las soluciones

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A medida que la pandemia de coronavirus (COVID-19) sigue arrasando el planeta, somos testigos de su tremendo impacto a escala internacional, nacional y local. Prohibiciones de viajar desde determinados países, proclamaciones de estado de emergencia por parte de gobiernos estatales y locales, universidades que pasan a impartir cursos en línea y grandes espectáculos y eventos deportivos están cerrando sus puertas al público. Sin vacuna ni cura a la vista, nos quedan muchas preguntas y pocas respuestas.

Las crisis de salud pública como la de COVID-19 nos recuerdan que sólo estamos seguros en la medida en que lo están los miembros de nuestra comunidad que corren mayor riesgo. Los ancianos, los discapacitados y las personas con problemas de salud subyacentes son las personas de las que más oímos hablar, pero igualmente importante es defender a las comunidades desproporcionadamente afectadas por la complejidad socioeconómica, como los trabajadores con salarios bajos, las personas de color, las comunidades inmigrantes, las personas sin hogar y las personas que viven en lugares cerrados como viviendas públicas, residencias de ancianos, cárceles y refugios. 

Para estas poblaciones, la pandemia de COVID-19 pone de manifiesto las desigualdades que la Fundación Health Forward se esfuerza por resolver. Las ramificaciones sanitarias y económicas podrían ser graves e incalculables. Muchos trabajadores con salarios bajos, por ejemplo, no tienen baja por enfermedad remunerada ni permiso médico y familiar remunerado, y por tanto no pueden permitirse quedarse en casa si ellos o un ser querido enferman y requieren cuarentena o aislamiento.

Mientras que el ciencia sugiere que los niños no son tan susceptibles al virus, no son inmunes a los efectos del cierre de las escuelas. Para millones de nuestros niños, la escuela es el único lugar donde saben que podrán comer. En Kansas City, 1 de cada 8 personas sufre inseguridad alimentaria, incluidos 50.000 niños. La eliminación de una fuente fiable de alimentos para los niños es devastadora para estos hogares. 

No se dispone fácilmente de servicios de guardería asequibles y, cuando las escuelas cierran inesperadamente, se crean situaciones desesperadas para los padres, que ya tienen demasiado trabajo. Los padres que no pueden permitirse el lujo de disfrutar de un permiso retribuido deben elegir entre el sueldo o quedarse en casa para cuidar de los niños que no van a la escuela. 

Todas estas situaciones crean más tensiones para las familias que viven en la pobreza. Esas mismas personas pueden retrasar o no buscar atención médica porque no tienen seguro y carecen de medios económicos para acceder a la atención sanitaria, para tomarse tiempo libre para cuidar de sí mismas o de su familia, etc.  

Tenemos la suerte de vivir en una región con tantas organizaciones solidarias y bien informadas que trabajan cada día para hacer frente a estas desigualdades y proporcionar una atención sanitaria de calidad a los más necesitados. Sin embargo, cuando una crisis de salud pública amenaza a la región, sabemos que genera más trabajo para nuestros socios y somete a una presión aún mayor los presupuestos y el personal de los proveedores de atención sanitaria de red de seguridad.

En Health Forward, estamos profundamente comprometidos a garantizar que nuestros beneficiarios, socios y personal estén equipados para mantenerse saludables y puedan prestar servicios durante esta amenaza para la salud pública que evoluciona rápidamente. Reconocemos que estos son tiempos difíciles para nuestros socios, y mientras monitoreamos la situación, estamos evaluando cómo podemos ser capaces de apoyar a nuestros proveedores de la red de seguridad, ya que lidiar con la prestación de servicios a un mayor número de clientes. 

Animamos a todos los niveles de gobierno a que consideren que todas las medidas de protección que se estudien y apliquen estén centradas en la equidad. No debemos olvidar ni a una sola persona.